Kay Sage fue una poetisa y pintora surrealista que plasmó en sus cuadros parajes desolados, una arquitectura distópica y una agridulce sensación de soledad. Pero antes de llevar esta vida bohemia en París, fue conocida como «la princesa San Faustino».

Durante su vida de pintora junto a los surrealistas, fue eclipsada a menudo por el arte de su segundo marido, el surrealista Yves Tanguy, con quien vivió hasta el final de sus días en una antigua granja en América.
Breve biografía de Kay Sage
Todos los pintores surrealistas cuentan con un pasado denso y estrambótico, pero en el caso de la artista Kay Sage es aún más inimaginable, pues sus primeros años de vida fueron todo lo contrario a ese ambiente de pintores y artistas que más tarde conocería.
Kay Sage, princesa italiana
Katherine Linn Sage nació en Albany, Nueva York, en 1898, en una familia que había logrado una hacerse una fortuna gracias a la industria maderera. Esta posición privilegiada de la que partía le permitió conocer a singularidades como Flora Payne Whitney, la rica heredera de las fortunas Whitney y fundadora del museo del mismo nombre, que fuese probablemente su primer amor.
Pero con quien no compartió su interés por la pintura fue con su primer marido, nada más y nada menos que un príncipe italiano.

Probablemente la pareja se conoció en uno de los largos viajes que realizaba Kay Sage junto a su madre, una mujer de espíritu libre con quien la artista tenía una excelente relación.
«Estos fueron los días más felices de mi vida» dijo Kay Sage de los años en los que viajaba junto a su madre estudiando arte y pintando al aire libre, normalmente en la campaña romana.
Además, el divorcio de sus padres fue llevado con enorme tranquilidad por la pintora, que vivía con su madre viajando y hacía pequeñas visitas a su hermana mayor, a su padre y a su nueva mujer en Albany.
Pero su relación con el príncipe Raniera de San Faustino no fue igual de buena. Aunque existía amor, Katherine encontraba su vida de princesa completamente vacua. Consideraba que la distraía de su principal interés, la pintura y le devolvía al papel del que venía tiempo huyendo, la esposa-madre-anfitriona demasiado interesada en las vidas ajenas como para profundizar en la propia.
«Estaba reservando mi potencial para algo mejor y más bueno».
Finalmente el matrimonio obtuvo la anulación papal y se mudó a París en 1935 en busca del movimiento surrrealista que ya inundaba los cafés y calles. Pero antes de llegar, pudo tener su primera exposición individual en Italia, fueron 6 composiciones abstractas al óleo.
Kay Sage y Yves Tanguy
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Al principio no fue bien recibida por los surrealistas en París, probablemente por su pasado aristocrático y su falta de técnica. Pero poco a poco por su admiración a los surrealistas y en concreto a Giorgio de Chirico, comenzó a tomarse su arte más enserio.

A la primera exposición surrealista que participó asistieron André Bretón e Yves Tanguy, dos reconocidos surrealistas. Ambos quedaron maravillados. El primero dijo que no creía que fuera de una mujer, el segundo dijo que se había enamorado de la autora. Yves Tanguy se divorció de su esposa y buscó a Katherine.
La obra de Chirico que la animó a dedicarse a la pintura fue ‘La Surprise’
Ella también se enamoró y pronto huyeron a Estados Unidos, a causa de la Segunda Guerra Mundial. Allí, Kay Sage contaba con algunas propiedades y decidió crear una especie de asilo para Yves y otros artistas.
Esta filantropía de Kay Sage fue mal vista por muchos artistas que aún la consideraban «la princesa». La relación de Breton y Tanguy acabó por este motivo.
Yves Tanguy y Kay Sage se casaron en Reno, Nevada, en 1940 y comenzaron a vivir en una vieja granja de Connecticut. La remodelaron y la transformaron en un excéntrico y curioso estudio para sus pinturas donde se podían encontrar objetos muy extraños. Para estar «juntos pero separados» la dividieron con un estrecho tabique con puerta.

Ambos se influían mutuamente y adquirieron un estilo personal bastante semejante. Yves le transmitió a Kay todo ese mundo onírico de extraños objetos que la pintora plasmó con menos color y más sobriedad que su marido.
Ambos gozaron de buena fama como artistas y disfrutaron de ocasionales exposiciones individuales. Aunque su vida social no era gran cosa. Él solía emborracharse y ponerse violento y ella tenía fama de altiva y narcisista.
Esa época fue la de mayor productividad artística de Kay Sage, que pintó algunas de sus obras más famosas como ‘Margin of silence’ o ‘Small portrait’, que analizaremos más adelante.
Kay Sage, pintora y poetisa
Pero lamentablemente, 15 años después de comenzar a vivir juntos Yves murió de una hemorragia cerebral. La pintora Kay Sage entró en una profunda depresión y abandonó la pintura, sin embargo, toda esa melancolía y rabia desgarradora supo plasmarla en varios libros de poesía como ‘Demain, monsieur Silber’.
En la mayoría de los poemas habla consigo misma o en diálogos (probablemente rememorando conversaciones con Tanguy) pues los escribió todos en el francés «callejero» que hablaban entre ellos.
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Durante esos años la pintora se transformó en poetisa, era una artista solitaria que apenas salía de la parcela de su granja y el único contacto que tenía con la pintura era a través de las obras de Yves Tanguy, a las que tanto defendió y trato de ensalzar para hacer honor a su difunto marido.

Por suerte, Kay Sage volvió a pintar. Después de unos años de depresión se recuperó y a pesar de sus cataratas siguió pintando, de hecho, las consideradas mejores obras de Kay Sage pertenecen a este último periodo.
También se interesó por la escultura. Eran extrañas, formadas con cables y piedras. Su arte es cada vez más bizarro y personal. Este tipo de obras eran denominadas «las construcciones» y llegaron a exponerse junto a su poesía en la galería Viviano de Nueva York.
Pero su aparente mejoría era solo eso; aparente. Tuvo un primer intento de suicidio, y en el segundo lo consiguió con un arma de fuego a los 64 años. Esta fue su última nota: «He dicho todo lo que tenía que decir. No me queda nada más que gritar.»
Fue incinerada y Pierre Matisse esparció sus cenizas en la costa de la bretaña francesa como lo habían sido las de su marido.
Las obras de Kay Sage
⭐ Gerda Wegener, pintora de ilustraciones lésbicas y del Vogue ⭐
Las primeras pinturas de Kay Sage en su época presurrealista no han recibido demasiada atención, pero las siguientes, las pertenecientes a su vida en la granja y posterior vida en soledad, tampoco han recibido un análisis exhaustivo. Probablemente porque la autora nunca quiso explicar demasiado sobre su obra o vida personal.

Las pinturas surrealistas
Sus pinturas surrealistas tienen una gran influencia consciente o inconsciente de Giorgio de Chirico y de su marido.
Del primero recoge las perspectivas inclinadas, y de Yves la extraña arquitectura. Aunque en ambos es diferente, las estructuras de Sage son colosales en comparación. Y según los críticos «más deprimentes y desoladoras».
Mi habitación tiene dos puertas (1939)
Esta pintura es una de las primeras que realiza en la granja. Muchos biógrafos han determinado que esta división puede referirse al tabique que mantenía la casa separada para ella y para Yves. Otros, que simbolizaba sus dos mundos, el primero como princesa italiana y el segundo como artista apartada de la sociedad. El huevo habla claramente de su verdadero nacimiento en uno de esos mundos.
Margin of silence (1942)

Es probablemente su obra más conocida y quizá la que mejor la define. A pesar de tener un caracter temperamental e histriónico, Kay Sage era tímida, callada y recelosa de su intimidad. Le costaba trabajo crear relaciones sentimentales con otras personas y rara vez se sentía comprendida.
Yo vi tres ciudades (1944)
El título parece una clara alusión a la Segunda Guerra Mundial, al igual que la arquitectura visible en la obra, que aunque simple parece reflejar cierta grandiosidad a través de pirámides o enormes puertas.

La protagonista es una extraña figura, de objeto inanimado o quizá de persona, de cualquier modo, podría simular el ondeamiento de una bandera.
Tomorrow is never (1955)
Esta pintura fue realizada pocos meses antes de la muerte de su marido. En ella podemos ver, como es habitual, una edificación. Aunque en este caso concreto parecen más bien los andamios para una posterior edificación. Como siempre, transcurre en un planeta extraño que poco se parece al nuestro.
Últimos cuadros de Kay Sage
Sus últimos años fueron los más complicados, se volvió huraña y adicta a la bebida. Las cataratas y su depresión complicaron todo aún más, pero aún así, pintó. Para ella terminó siendo una necesidad.
Le Passage (1956)
Es probable que la protagonista del cuadro sea la propia Kay Sage. Solía pintarse y hablar de ella tanto en sus cuadros como en su poesía. No obstante, en la mayoría de sus obras no figuran personas, no de forma clara, por ello esta obra es más especial.
La protagonista parece mirar a tierra resquebrajada, muerta y sin vida, pero no de una forma preocupada o asustada, sino más bien con una postura desganada o en el mejor de los casos, de aceptación. Parece la pose de quien ya no espera ver brotar la vida y aún así es capaz de contemplar sus restos sin derrumbarse.
Mirando el reloj (1958)

Esta sería la última pintura antes de intentar suicidarse por vez primera. La obra no requiere demasiadas conjeturas teniendo en cuenta el título que le dio Kay, que probablemente pasó sus últimos años contando las horas para terminar todo.
No obstante, es una obra de Kay Sage muy interesante en la que puede verse la proporción áurea o un curioso cableado detrás del reloj.